LA ANSIEDAD ES UNA REACCIÓN NATURAL EN EL SER HUMANO, es una “respuesta de anticipación involuntaria” a ciertos estímulos que pueden ser externos o internos.
Sin duda, vivimos un año lleno de circunstancias inesperadas y cambios repentinos, y experimentar algo de ansiedad ha sido inevitable. Sentir que no tenemos el control, que no nos están dando muchas opciones, que nos cohíben o, sentir que todo pende de un hilo y que no tenemos nada “seguro” genera este fenómeno instintivo.
Nos hemos visto obligados a tomar decisiones o tener proyecciones a corto plazo, porque a mediano y largo nos parecen ahora inviables. Tuvimos que cambiar la estructura común y la construcción social que teníamos para hacer o “triunfar” en el deporte y en la vida.
Pero es esa, precisamente, la manera de combatir la ansiedad: actuando sobre lo que sí podemos controlar, sobre lo que sí podemos decidir y sobre lo que sí podemos realizar. Enfocándonos en lo posible y real, lo que nos exige estar atentos al contexto, pero dirigiendo nuestro interés y esfuerzo a las oportunidades del presente.
Indiscutiblemente, la actividad física disminuye el estrés y fue nuestro aliado en meses críticos. Sin embargo, cuando el deporte lo llevamos al campo competitivo también genera elevación de los niveles de ansiedad. La clave es la misma, dirigir los pensamientos negativos a la realidad, a lo que es tangible y no te pueden quitar: la preparación, las horas de entrenamiento y el autoconocimiento que en este proceso lograste de tu cuerpo, sensaciones y capacidades.
Muchos están a pocos días de enfrentarse a un gran reto y a una carrera después de mucho tiempo, por eso nuestra invitación es a que conduzcan esa ansiedad al entrenamiento y que confíen en el proceso que han tenido, si bien ha sido algo diferente, ha sido adecuado. Crean en su evolución y habilidades y, sobre todo, disfruten de la posibilidad de poder hacer lo que les apasiona y demostrarlo una vez más en competencia.